jueves, 12 de marzo de 2009

Ser Mujer


Escribió para este blog
Ximena Ianantuoni

www.vamosviendo.com

El poder de la mujer es ser mujer,

ser mujer es tener la fuerza que da vida,

ser mujer es ser sostén, abrigo, cobijo,

ser mujer es saber que querer es poder,

ser mujer es dejar que la fuerza del amor te domine por completo,

ser mujer es necesitar abiertamente y sin reparos complementarse para potenciar,

ser mujer es ser referente, guia, apoyo,

ser mujer es poder recibir y alojar, es sentir que todo pasa en una misma, es convivir y ser una con los ciclos de la vida,

ser mujer es acompañar los vaivenes de la naturaleza sin perderse del todo nunca, es tener siempre un resto de donde agarrarse y salir,

ser mujer es maternar amorosamente la obra de su creación, es reconocer el origen, ver la semilla, cuidar el capullo,

ser mujer es entrar y salir al ritmo de la propia canción,

ser mujer es sentir desde adentro el despliegue existencial, es crear y recrear, es cambiar y seguir siendo, es sentir que la vida se reanuda todo el tiempo y que siempre hay más,

ser mujer es sentir la afinidad, es acercarse, es querer, es mostrar,

ser mujer es sentir hasta el fondo con una profundidad que nunca se termina,

ser mujer es tener huecos que dan paso y es fluir en la permeabilidad tan nuestra, pudiendo recibir,

ser mujer es tener lugares eternamente privados,

ser mujer es dejar que un mundo se despliegue adentro flexibilizando sus bordes y habilitando todo tipo de sensaciones locas, excesivas y enormes,

ser mujer es tener algo ilimitado, es ser alumna del tacto que enseña a descubrir,

ser mujer es ser un animal salvaje que se vuelve princesa o fiera para cuidar y defender lo que sea que quiera cuidar y defender,

ser mujer es ser dueña y señora de la intuición, el misterio y la emoción.

martes, 10 de marzo de 2009

Visiones de la mujer Por Alejandro Rozitchner. http://100volando.blogspot.com

Todos hemos aparecido en el mundo a través del cuerpo de una mujer. Es una obviedad, pero es también un hecho impresionante. La mujer es la sede del ser, la Houdini de la existencia. El truco está en su interior, ella es la que manipula la llave mágica de la vida. Nosotros aportamos, sí, un poquito. El poquito aportado cobra sentido luego, cuando se desarrollan las etapas que avanzan hacia la madurez, es decir, a lo largo de todo el crecimiento de la criatura resultante, pero lo cierto es que miramos desde afuera, y en cierta manera desde lejos (a veces desde demasiado lejos) al proceso de todos los procesos. Hay que resignar mucho narcisismo viril y saber postergarse en lo esencial para acompañar en el rol segundón que nos toca, o para entender, superado el desengaño, que tampoco somos tan superfluos, ya que en definitiva para que las cosas salgan bien debemos hacer aportes amorosos indispensables.
En psicoanálisis se dice que es el hombre el encargado de poner la ley. Sí, ponerla, como si fuera un aderezo para la ensalada o peor, un órgano sexual. El hombre pone la ley cuando le dice al hijo o a la hija: pará con tu demanda infinita que acá estoy yo, la que llamás mamá es también mi mujer y no sólo tu madre, y la necesito mía. La ley la pone hacia los dos lados, hacia el lado del recienvenido, que querría muchas veces que el molesto protector masculino no existiera, y hacia el lado de la madre, a la que también hay que límitar en su desmedido amor de crianza porque corre el riesgo, dada su abundancia, de malograrse. La ley se pone porque lo que se pone es un límite. El límite estructura. El límite arma. El límite deshace el imperio de la ilusión, que se prolonga como el sueño de un todo y un siempre. Le muestra al nene o nena que es un ser que deberá crecer, y a la enamorada madre que su producto no le pertenece sino que es un ser en sí mismo. ¿Es la mujer un ser de impulsos abundantes que tolera mal el límite y la medida? Sabemos que no. Podríamos verla como siendo en su afectividad sin reparo la encargada de la dimensión irracional y expansiva del universo humano, pero también es ella, muchas veces, más capaz de ley y de límite que su par masculino. La ley, para el hombre, -siempre entendida desde este punto de vista de límite y reconocimiento de realidades que someten pero ordenan (la poda del mundo)- es la que le permite mermar el de otra manera excesivo idealismo masculino, ese que desconoce la forma de la realidad, que lo hace extraviarse en los absurdos vericuetos viriles de la historia, la especulación filosófica y la guerra.
Gracias a la maternidad que está en su destino, la mujer madura más fácil y más rápidamente que el hombre. Está más pegada a las cosas concretas, porque su cuerpo mismo engendra al otro y porque al hacerse cargo de la minuciosa y constante atención que ese nuevo ser exige llega a reconocer el territorio de la realidad de manera lo más eficiente posible. La mujer está más directamente relacionada con la forma objetiva del mundo. El hombre vuela, y en su vuelo muchas veces se pierde y se va. La mujer madura porque debe hacerlo dadas la dinámica de su propio despliegue, ella debe reconocer cómo son las cosas ¿Cómo son? La nueva personita llora y quiere comer, necesita ser cambiada, necesita atención, constante. No florece sin amor, no avanza, no prospera sin un cuidado permanente. Estos procesos la llevan a tener que vencer su posible inercia, su fiaca, la humana tendencia espontánea hacia el extravío o la dejadez, y ponerse al servicio de algo que tiene sus reglas más allá de toda intervención imaginaria. El ser concreto patalea y pide, o exige, y hay que dejar la realidad imaginada para volcarse a la verdad de las necesidades impostergables.
Muchas mujeres (y también muchos hombres) se resisten frente a la idea de que el hecho de la procreación sea considerado tan importante en la vida femenina. Piensan que al hacerlo estamos descuidando el hecho de que ellas están para mucho más que eso. ¿Les parece poco? ¿O esta visión un poco feminista es ya caduca y hemos aprendido a reconciliarnos con el tema y a entender que ese hecho es por mucho de una trascendencia y un valor imposible de superar? ¿Es cierto que la cultura humana ha ido acercándose al reconocimiento de esta verdad enriquecedora?
Spinetta dice en una canción que la mujer tiene "un ojo que mira al magma". Es una visión al estilo Castaneda, autor de la saga en la que el indio yaqui Don Juan despliega una interpretación del mundo muy antigua y particular, y muy distinta de la nuestra. Ese ojo que mira hacia abajo es aquel por donde el laboratorio femenino de la creación recibe -como dijimos- el detalle masculino con el que luego ella hace la difícil tarea de producir una persona. Pero es un ojo, parece, que está al mismo tiempo atento a la sustancia bullente que la tierra encierra, cargándose de un impulso y una determinación profunda. Como si la mujer estuviera siempre atenta a ese caldo central del planeta, su núcleo enterrado e hirviente, y recibiera de allí sensaciones y certezas que los hombres no logramos percibir. La idea postulada, presentada en la frase citada en términos poéticos, es que la mujer posee una relación particular con la existencia, distinta de la masculina, y que esa relación es de alguna manera más básica, lo que la haría poseedora de una percepción dotada de una densidad valiosísima . El ojo que su propio cuerpo es ve la existencia de una forma especial y poderosa. Supongamos que esto nos llevara a sostener que la mujer es más animal que el hombre. Ser más animal no significaría de ninguna manera estar más bajo en la escala evolutiva, ni carecer de dotes refinadas, señalaría más bien una diferencia que debemos pensar como una distinta forma de ser, como si en la gama de vibraciones o de magnitudes ontológicas de consistencia ocupara una dimensión de otro tipo. La mujer es entonces tal vez la que nos permite entender lo animal humano, la que nos pone frente a los ojos el carácter orgánico de todas nuestras complejidades, y la que nos enfrenta con la oportunidad de corregir una racionalidad que muchas veces no sabe acotarse y encontrar su justo lugar. La mujer sería así una especie de maestra de la existencia, o en todo caso, la que expresa una forma humana a la que debemos estar siempre auscultando para ajustar la mirada, tanto para el intento humano de conocer, como para el de vivir lo más felices posibles como individuos.

jueves, 5 de marzo de 2009

MAITENA

Nuestras Mujeres


8 de Marzo es el día Internacional de la Mujer.
Me pregunto muchas veces. ¿Necesitamos un día Internacional de la mujer?. Si analizamos el porque de esta fecha, sì, necesitamos este día.
Hubo tiempos que el solo hecho de pensar distinto, animarse a seguir nuestros deseos, nos hacía padecer la hoguera, ser apedreadas o lapidadas incluso por las mismas mujeres, vecinas, compañeras o amigas, que vivian mirando el mundo a través de los visillos de las ventanas,a puertas cerradas, un mundo secreto que tan bien describió García Lorca en su obra "La casa de Bernarda Alba". Paradogicamente fue un hombre el que se animò a escribir sobre nosotras. Pero sabemos el final de Federico. ¿Cuantas Bernardas existieron y aún existen? .
Recordar a las mujeres que comenzaron la lucha inclaudicable por nuestros derechos y homenajear a las que aún hoy la sostienen, porque tenemos conciencia que hay muchas que padecen injusticias y son sometidas a una vida miserable, las engrandese y hace que nosotras, que vivimos en una sociedad que ha aceptado los cambios, tengamos la obligación de rendirle nuestro homenaje.
Lejos estamos Claudia y yo de marchar tras las banderas del feminismo, no las necesitamos, creemos que tenemos la oportunidad, de sostener nuestra femeneidad, transitar la vida desde el lugar de "ser mujer", acompañar y ser acompañadas por los hombres desde nuestras capacidades, sencibilidad y tambien con nuestra vulnerabilidad, fortalecernos mutuamente y ejercer la posibilidad de ser libres para liderar nuestras vidas.



LA RIGOBERTA
Teresa Parodi, canta:

Ya la rigoberta sabeQue la alegría

No debe perderse nunca

O no hay tu tía

Ya la rigoberta sabe

Que sin aguante

Nunca pudo hacer gran cosa

El laburante

Ya la rigoberta sabe

Que no hay quién la engañe

Por arriba los discursos

Y abajo el hambre

Vaya con la rigoberta

Y tan mansa pero

Cuidadito que ella

La tiene clara

Ya la rigoberta sabe

Que la obsecuencia

Suele ser la compañera

De la indecencia

Muchas veces ha escuchado

Que allá en el cielo

Todo lo sufrido en tierra

Se vuelve bello

Por las dudas reza mucho

Mientras se dice que ella quiereA

qui debajo días felices

Vaya con la rigoberta