
“La mente que se abre a una nueva idea
jamás volverá a su estado original.” Albert Einstein
Cada vez que nos comprometemos con una nueva idea o visión de lo que queremos lograr nos atrevemos a convocar al espíritu emprendedor.
La palabra espíritu era tomada antiguamente como algo misterioso, no estaba incorporada en la educación como parte del estilo de ser. Actualmente podemos observar que la palabra espíritu está siendo incorporada en diferentes ámbitos de la práctica profesional, empresarial y hasta académica.
¿Y porque digo el espíritu emprendedor? porque consiste más en la sensibilidad de percibir lo que está latente, así cómo captar los estados de ánimo, en una cierta apropiación de la historia y reinvención de la misma en un cierto estilo.
El espíritu emprendedor no tiene que ver con las reglas o métodos de cómo nos han enseñado, sino más bien con una manera nueva de observar y reinterpretar el mundo y sus posibilidades. El emprendedor apunta a mantener una diferencia que tiene que ver con el carácter esencial de hacerse cargo del mundo y como transformar las anomalías en un nuevo espacio de posibilidades que se develan en su transformación.
En algún momento el emprendedor que se compromete con la transformación de las prácticas de nuestra cultura debe atreverse a estar en minoría y decir: esto está equivocado y lo voy probar. Y si acierta abrirá a la humanidad un nuevo espacio de prácticas sociales que hacen al progreso de nuestra humanidad.
Cuando Albert Einstein cita: “La mente que abre a una nueva idea jamás volverá a su estado original”, predice, declara y afirma la apertura de un nuevo espacio de posibilidades, que tiene que ver con la observación, el escuchar y la reinterpretación de la idea y del compromiso que conlleva posicionarnos en un nuevo espacio de posibilidades y es por ello que jamás volverá a su estado original.
El artista y el emprendedor no son distintos. Como ejemplo simplificador se podría decir que: un pintor como Quinquela Martín o un poeta como Neruda pueden ser emprendedores, por cultivar un estilo de prácticas diferentes que transforman la manera de lo convencional. Nos inducen y nos predisponen a la innovación de nuevos estilos, cultivan su rareza sin tenerle miedo a las normas y reglas y de cómo se interpreta la nueva realidad que inventan.
“La invención de nuevos mundos era un privilegio de unos pocos y hoy está al alcance de todos.”
Es una invitación al escuchar para la posibilidad que los grandes maestros ofrecen a la humanidad.
Publicado por Ana Lepri equipo Mujer y Liderazgo.
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