lunes, 24 de mayo de 2010

María Guadalupe Cuenca de Moreno (1790-1854)


Durante los años de la independencia hubo mujeres que jugaron un papel importante en la historia, muchas han sido olvidadas y ocultadas en los libros de enseñanzas en las escuelas. Lupe, esposa de Mariano Moreno, es una de ellas, leer sus cartas nos enternece porque cuando las escribía ignoraba que él había sido asesinado al poco tiempo de su partida de Buenos Aires. Vale la pena leer lo que sentía esa mujer por su marido y cómo se lo expresaba hace ya 200 años. En el año del Bicentenario queremos en diferentes entradas recordar algunas de ellas.

Buenos Aires, 14 de marzo de 1811.

Mi querido y estimado dueño de mi corazón:
Me alegraré que lo pases bien y que al recibo de ésta estés ya en tu gran casa con comodidad y que Dios te dé acierto en tus empresas; tu hijo y toda tu familia quedan buenos pero yo con muchas fluctuaciones y el dolor en las costillas que no se me quita y cada vez va a más; estoy en cura, me asiste Argerich, se me aumentan mis males al verme sin vos y de pensar morirme sin verte y sin tu amable compañía; todo me fastidia, todo me entristece, las bromas de Micaela me enternecen porque tengo el corazón más para llorar que para reír, y así mi querido Moreno, si no te perjudicas procura venirte lo más pronto que puedas o si no hacerme llevar porque sin vos no puedo vivir; la casa me parece sin gente, no tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin tener tu mujer y tu hijo que te consuelen y participen de tus disgustos; ¿o quizás ya habrás encontrado alguna inglesa que ocupe mi lugar? no hagas eso Moreno, cuando te tiente alguna inglesa acordate que tenés una mujer fiel a quien ofendés después de Dios: El inglés que vino con don Alejandro días antes que te embarcaras vino anteayer y me dijo que si quería escribirte, y sin embargo de haberte escrito hace ocho días te vuelvo a escribir pues no me queda otro consuelo, y no te enojes de que te caliente la cabeza que con mis cartas; no dejes de escribirme en cuanto barco salga y avisarme todo, ya basta de guardar secretos para tu mujer: Fray Cayetano no te escribe porque anda muy ocupado, lo han hecho Provincial. Peña ya se recibió. Bustamante ya vino y Agrelo me hago cargo que estará muerto de envidia de ver que se le ha escapado el ser fiscal. Todos los días nos asustan con Elío, dicen que viene a bombear; en la otra banda se han levantado contra los de Montevideo, salió ahora días Moldes con 600 hombres a la otra banda, Vieytes ha salido a comisión no se sabe dónde. Bustamante estuvo a verme y todos tus amigos a ofrecérseme. El cuarto está sin alquilar hace un mes, la negra grande está hecha monstruo de ese empeine en la cara; no hay quien la compre, voy a ver si la puedo volver, me dicen que es lepra, el médico dice que es un empeine terrible; el negro va bien, la negra chica siempre perversa, no la vendo todavía de miedo de que me toque otra peor; nuestro hijo sigue en la escuela, siempre flaquito, le he dado en casa el vino y sólo cuando le digo que tome a tu salud lo toma. Te reza al levantarse y al acostarse y me dice, mi madre, todo lo que rezo en la escuela lo ofrezco para mi padre, y el modo de ofrecer es diciendo estas oraciones: te ofrezco para que le des buen viaje y lo traigas pronto: darás expresiones a Manuel y que te cuide; reciban los dos muchas expresiones de tu madre, tus hermanas, Marianito y la Marcela y toda la familia y hace lo que tu madre te dice del cumplimiento de Iglesia, y Dios te dé muchos años de vida y salud para el consuelo, amparo y bien de ésta tu desconsolada esposa.

María Guadalupe Moreno

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